Zoe (2018): Trasfondo interesante opacado por una historia fastidiosa




La filmografía de Drake Doremus se ha centrado casi siempre en el amor o el desamor, desde las dificultades que puede generar el amor a distancia (Like Crazy, del año 2011), los problemas de la nueva cultura joven que utiliza redes sociales para entablar relaciones casuales (Newness, del año 2017) hasta un futuro distópico donde las personas no sienten más nada (Equals, del año 2015).
Siendo fiel al eje temático de sus películas, Zoe (2018) está ambientada en un futuro no muy lejano, o quizás un presente no muy distinto al nuestro, donde humanos sintéticos aprenden a sentir para relacionarse emocionalmente con seres humanos. Cole, un ingeniero especializado en inteligencia artificial, trabaja en una compañía llamada Relationist, cuyos proyectos abarcan entrevistas especializadas para emparejar personas en base a perfiles, una droga que simula la euforia de estar enamorados por primera vez, y la creación de humanos sintéticos como parejas emocionales para seres humanos.
Difícil de no spoilear, ya que la gran revelación de la película ocurre apenas media hora después, Cole crea a Zoe, un humano sintético ultra realista, y como parte de su programación introduce emociones, memorias, sueños y deseos en forma de códigos digitales. Como era de esperar, Zoe, sin saber que ella misma es un robot, se enamora de Cole, y el problema emerge con la resistencia de él a creer que ella siente.
Los cuestionamientos dentro de la película opacan a la historia en sí que se centra en los dilemas incomprensibles de Cole por entregarse a alguien que en el desarrollo de la historia nos intenta convencer una y otra vez que es más que un conjunto de circuitos y goma. Se plantea además la verosimilitud de los recuerdos, los procesos químicos que ocurren cuando nos enamoramos como una droga adictiva, y la soledad como el gran miedo de los humanos, todas estas ideas mucho más interesantes pero que se trazan con ligereza.   

La peor escena: Cuando Zoe tiene un accidente
Una recomendación: Her (2013)

#unapeliculaunaescena

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