God’s Own Country (2017): El amor embarrado de sangre, saliva y mugre.





Johnny es un joven granjero en el medio de Inglaterra que desquita las frustraciones de llevar adelante la granja él solo bajo la mirada juzgadora de su padre y de su abuela, quienes viven regañándole a diario. Johnny desquita su rabia ahogándose en alcohol y en sexo casual con extraños, hasta que un día aparece Gheorghe, un extranjero, para ayudar con las ovejas.
Al comienzo, es difícil explicar la hostilidad que siente Johnny hacia Gheorghe, no sabemos si es atracción, fobia o celos. Es un poco arduo además sentir empatía con el irritable Johnny. Sin embargo, con el paso de los días en el campo, esa agresividad se va transformando en atracción hasta que la recompensa es una salvaje y bruta historia de amor, y sobre cómo bajar la guardia y volver a contemplar la belleza en aquellos lugares donde vimos muerte y vacío.
Con un cuidado particular hacia los detalles, en espacial hacia las manos de los personajes, el director nos mete en un universo de mugre, saliva, sangre y barro. Las mismas manos ensangrentadas de Gheorghe que reviven un cordero son las que después recorren el cuerpo de Johnny en un arrebato de excitación. Que las (quizás) crudas imágenes y el frío paisaje campestre no te dejen disfrutar de este relato amargo pero esperanzador.

Una escena: La segunda vez que Johnny y Gheorghe están juntos, al calor del fuego.  
Una recomendación: Brokeback Mountain (2005) de Ang Lee


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