Eighth Grade (2018): La tan sufrida adolescencia bajo una mirada realista y sensible
En un video casero, filmado desde su computadora, Kayla
habla sobre la importancia de ser uno mismo y no fingir ser alguien más. Admite
que la gran mayoría de sus compañeros piensan que ella no habla mucho, pero que
en realidad eso no es verdad. A medida que la cámara se aleja, descubrimos a
Kayla, en la esquina de su oscura habitación, en un set improvisado con
lámparas como luces y una sábana como tela de fondo. La imagen virtual que
proyecta en sus videos no puede estar más alejada a su personalidad real, una
chica insegura que intenta entablar, sin éxito, algún tipo de relación con sus
compañeros.
A Kayla le queda una semana más de supervivencia en el
octavo grado, y quizás una semana más para librarse del estigma de ser la más
callada del curso. El espejo de su baño está cubierto en mensajes de
motivación, que la incitan a dar lo mejor de ella cada día, y de hecho, lo
hace. Su rutina arranca con un video tutorial de maquillaje en YouTube, seguido
de una selfie en Snapchat y lista para enfrentar el día. Pero para sus
compañeros, absortos en las redes sociales, ella es invisible. Y la tecnología
solo dificulta la interacción cara a cara. Con sus rostros pegados a la
pantalla, tanto chicas como chicos la ignoran por completo. El sufrimiento que
produce este vacío es distinto al de ser humillado, o víctima de bromas
constantes, pero es una angustia igual.
Con un tono natural, tanto así que parece un documental, el
director Bo Burnham, quien en su adolescencia fue una estrella viral de
YouTube, ofrece una mirada realista sobre la adolescencia, esa terrible edad
plagada de inseguridad, hormonas y acné, a través de momentos intensos cargados
de emociones, tanto malas como buenas. La película se enfoca en las
dificultades por las que Kayla atraviesa, sin caer en un tono condescendiente
ni abusar en la crueldad. Además, gracias a la fabulosa interpretación de su
actriz protagónica Elsie Fisher, podemos compartir con Kayla aquellos pequeños
momentos de felicidad que son todo para ella, y para el espectador también.
Una escena: Kayla y Gabe en su cita
Una recomendación: Con un tono bastante distinto, pero similar
en temática, Welcome to the Dollhouse
(1995) de Todd Solondz
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