Misión Imposible: Fallout (2018): Todos los ingredientes para una película taquillera
Cuando una operación sale mal, Ethan Hawke y su
equipo deberán recuperar el plutonio perdido cueste lo que cueste luchando
contra el poco tiempo que les queda.
Mission: Imposible Fallout posee todos los
ingredientes esenciales que la convierten en una película taquillera: escenas
de acción y persecución a alta velocidad, personajes que sirven de alivio
cómico en momentos tensos, un villano indestructible y temerario, un interés amoroso.
Sin haber seguido la saga ni comprender muy bien el trasfondo de la historia,
la línea de la narrativa se sigue sin inconveniente alguno gracias a las
escenas explicativas y diálogos expositivos de los personajes ya como
muletillas del género que la hacen accesible a un público mayor.
Siendo enemiga del 3D (siempre que puedo, lo evito)
pude notar y se me hizo visible una clara intención en la dirección de la
fotografía que funciona a merced de los efectos del 3D. Los planos generales ya
no sirven para situar la acción, sino además crean una profundidad paisajística
bastante cautivante para ser una escena donde prácticamente no sucede mucho. De
la misma manera, las escenas de acción se sitúan en lugares donde la
profundidad de campo puede adquirir protagonismo y ayudar a generar vértigo, o
desesperación, o incluso claustrofobia, como son en este caso las escenas en
helicóptero, las peleas en lugares altos y las persecuciones en moto a través
de pasillos angostos.
Si bien la trama no me trajo sorpresas ni
planteamientos diferentes, salvo el tormento de nuestro héroe angustiado por
haber capturado al enemigo antes que matarlo aun siendo consciente de los
riesgos que esto acarreaba, no puedo negar que en pantalla grande y con los
anteojos que siempre detesté, disfruté la emoción que me trajeron las peleas en
altura.
Una escena: La pelea en el acantilado
Una recomendación: Mad Max: Fury Road (2015)
#unapeliculaunaescena
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