King of Peking (2017): La paradoja de homenajear al cine a través de la piratería
Para poder mantener la custodia de su hijo, un
proyeccionista de cine emprende un negocio de piratería copiando películas del
cine a DVDs, arrastrando a su hijo en este comercio ilegal, sin dimensionar las
inminentes consecuencias que afectará el relacionamiento entre ellos y con la
madre.
Situada en Beijing en los
años ’90, King of Peking inicia con una narración que presenta a los
personajes, el Gran Wong y el Pequeño Wong (padre e hijo) y con un telón rojo
indica el inicio de la historia, así como era en las películas de antes. En el
primer capítulo de la historia, el Gran Wong y el Pequeño Wong viajan en una
pequeña moto cargo a llevar cine a un pueblo alejado de la ciudad. El hijo
asiste al padre en la preparación de la función: vende las entradas, coloca las
sillas, conecta la radio para reproducir el audio. La dinámica entre ellos
funciona hasta por detrás del telón; tal como dice el padre, son como los
personajes Riggs y Murtaugh de Arma Mortal. Las cosas se complican cuando el
proyector explota durante una función, y el padre toma un trabajo mal pagado
como limpiador en un sala de cine. Sin la posibilidad de ganar dinero
suficiente para mantener al pequeño Wong, al descubrir un reproductor de discos
en una tienda de segunda mano, visualiza un plan maestro que permitirá que
ambos permanezcan juntos para siempre.
Pero la falla de este plan
es que el sueño del padre, crear una “productora” de cine llamada Rey de
Peking, se superpone al sueño del hijo, y no toma mucho tiempo para que el
Pequeño Wong confundido en medio de las peleas de sus padres se de cuenta de
qué es lo que están haciendo.
Dirigida y escrita por Sam
Voutas, la película es un enternecedor homenaje al cine no solo a través de las
películas que proyectan y copian los personajes, sino también con el padre como
proyeccionista y cinéfilo, quien como todo el mundo lucha por sobrevivir, y que
con meticulosidad y minucioso cuidado se enrolla una cinta de película por todo
el cuerpo.
El cine puede ser un viaje
de pura acción de adrenalina, tal como lo promociona el Pequeño Wong, puede ser
también una vía de escape para los espectadores que asisten a las funciones de
la sala de cine donde trabaja el Gran Wong, o puede ser el puente como vínculo
que permite acercar a personas de todo el mundo, niños y adultos, padres e
hijos.
Una escena: Cuando se abre el telón y da inicio a
la fábula
Una recomendación: Mi favorita de siempre, Cinema
Paradiso (1988) que ahora está en Netflix
#unapeliculaunaescena
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