Foxtrot (2017): De luto, a ritmo del baile y camellos




Cuando oficiales del ejército llaman a la puerta de la casa de Michael y Dafna para anunciar la muerte de su hijo Jonathan, Michael cae de inmediato en picada emocional. Mientras su esposa duerme sedada, en medio del duelo cargado de rabia y dolor, él deberá encontrar las fuerzas para lidiar con familiares y hacerse cargo de los protocolos del velorio y del entierro.
Foxtrot toma su nombre del baile al cual los protagonistas hacen referencia en varias ocasiones. En una de ellas el personaje explica que es un baile sencillo, de pasos largos y que no importa donde se empieza, siempre se termina en el mismo lugar. En cierta manera, la trama hace un guiño a ese patrón, ya que empieza con los padres, luego a las vivencias militares insólitas del hijo en un aislado puesto de control, para terminar de nuevo con los padres.
El director Samuel Maoz conjuga los estados de ánimos de los personajes reflejado en el escenario visual y en la fotografía, como el maravilloso plano de la madre recibiendo las malas noticias, con un toque de humor negro en el trajín del desconsuelo, como la alarma de Michael que suena cada hora recordándole que debe tomar agua, o los esporádicos cruces de camellos en la fastidiosa rutina militar en el medio de la nada.
No esta demás recalcar que vivir en un constante estado de guerra tiene sus consecuencias en las familias y en la sociedad, y Foxtrot conmueve por el singular foco que les da a las personas con precisa mordacidad y crudeza. No exagera, no pretende anclarse al morbo en torno a la tragedia ni juzga a los personajes, sino los retrata en el contexto que les tocó vivir.

Una escena: El soldado bailando foxtrot
Una recomendación: Lebanon (2009)



#unapeliculaunaescena

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